doblan las esquinas de la incertidumbre,
fueron jornaleros del campo
manchego.
Arrastran las cadenas del
hambre y del miedo
Buscan en la ciudad un
trabajo honrado.
Han perdido el aire el sol y
la espiga.
Los amaneceres labrando
terrones.
La cosecha, el canto de los
segadores.
El molino, la vid y el olivo.
La ciudad cocina sueños
asequibles.
El aire viciado promete un
mundo dorado.
La casa en el pueblo, se cae
a pedazos
y el pozo artesano, cegó su
caudal.
El retorno al pueblo es una
añoranza.
Un clavo instalado en el
subconsciente.
Pan recién amasado y caliente
y el cordero asado al horno
de leña.
Cada amanecer, el sonido
lejano de los esquilones.
La paz en el alma. Limpios
los pulmones.
Alcalá de Henares, 23 de agosto de 2021