viernes, 30 de noviembre de 2012

El baúl de la abuela






Era la abuela Lucita
tan pequeña y delgadita
que parecía una abeja
libando de flor en flor.

Cada dos meses llegaba
con su maletita parda.
Se instalaba muy complacida
en la alcoba más pequeña:
muy cerca del corredor.


Nos traía caramelos
que ella misma elaboraba
con azuquitar moreno
y esencia de limón.
Y lacitos de colores
y cintas de terciopelo.

Contaba muchas historias
de un tiempo en que no había
teléfono, radio ni televisión
pero estaba lleno de dragones, hadas,
brujas, duendes, castillos y princesas encantadas,
casitas de chocolate, enanos simpáticos
y malos, malísimos gigantes.


¡Silencio, niños, silencio!
¡Que cantan los pajaritos!
Les pueden asustar los gritos.
Temblará su corazón
porque no saben que sois
buenos, buenos, buenos,
como ángeles del cielo.

Cierto día una excursión hasta el desván,
hizo la abuela Lucita.
Apoyada en el bastón,
-toc, toc, toc, tac, tac, tac-
subió toda la escalera
y ya no volvió a bajar
pues no pudo soportar
el vértigo que le producía
ver, desde tal altura,
el arco que da al jardín.



Encontró la puerta abierta.
Dentro del desván había
multitud de trastos viejos
y también había un baúl.

Enorme baúl vacío
que casi era del tamaño
de su escasa habitación.
Nadie supo como pudo
llegar a meterse dentro
y se encontró tan a gusto
que nunca volvió a salir.


La abuelita Luz
cada vez más encogida
más pequeña y más flaquita
cantaba dulces canciones.
Siempre muy   quedo y muy suave
a la ventana llegaban,
todos los días del año, a oírla los gorriones.

Para que abandonara el baúl
subieron hasta el desván
a tratar de convencerla
hijos, hijas, cuñados, primas
nietos, sobrinas y nueras.
Pero no hubo manera
de que ella desistiera.


Ni el cura diciendo que era pecado.
Ni el mismo alcalde en presencia
diciendo que tal lugar no era para personas
ya que carecía de cédula de habitabilidad,
consiguieron disuadirla.


Todo aquel alboroto, poco a poco.
se fue calmando y cómo, no, olvidando.
Al cabo de largo tiempo
descubrimos, con asombro,
que se había momificado
y de su cuerpo chiquitito
habían brotado alas y plumas de pajarito.


Alcalá de Henares, 30 de noviembre de 2012
“Club de las letras mágicas”
Tema:  El baúl de la abuela
Sugerido por:  MARUJA DOMINGUEZ VAQUERO
Gaviotas en Lloret de Mar
Fotografías y texto realizados por Franziska






Utopia

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