lunes, 12 de enero de 2009

PALESTINA

David y Goliat estaban frente a frente.
Muchas voces se alzaron a su lado
en un grito agudo, hondo, desgarrado.

¡No es posible ganar sembrando sangre!
¡No es posible la paz sembrando odio!
La razón no se gana con misiles.
La paz no se logra con las bombas.

Sesenta años han pasado, sesenta
y aún no parecen haberse dado cuenta
que la muerte inocente esparce el odio.
que el odio lleva a buscar la muerte.

¡Nadie ha logrado hasta ahora la victoria!
La única victoria de la Historia:
es la victoria de la vida en la paz.

Si no estuvieran ciegos esos ojos
por ceguera que sólo ve, a su antojo,
el mal que ha recibido y que le espera.
Si no estuvieran sordos y cerrados

al llanto sus oídos con candados.
El horror de tanto sufrimiento, sin sentido,
hace tiempo que se habrían paralizado
las armas y, en silencio, se habrían retirado

a llorar por los siglos de los siglos
para lavar la sangre de sus manos.

Y los niños aún descalzos e inocentes
volverán a mirar, con nuevos ojos,
la vida que pasa por su lado y a su gente
buscarse y sonreírse con libertad.

David -nunca palestino ni hebreo-
sólo un hombre, un hombre nada más
de los muchos que formaron su pueblo,
dará, después, su mano franca a Goliat.


Raitán
Alcalá de Henares, 14 de Enero de 2009

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