Tu esperanza y el deseo
marchan tras un devaneo
de chimeneas sin humo.
Selva es de urbes sin techo:
periferia, sin ciudad.
Sentidos que la guadaña
va hundiendo en los caminos
de tus huellas cincelas.
Desembocadura final
de tormenta malograda.
Indeterminación,
nube consentida
que en la montañas dormita
y fermenta y se hace sal,
en las lagunas de oriente.
Tu recuerdo siempre confuso:
se enciende, cuando lo apago;
si
lo llamo, languidece.
Es un refugio sin ventanas
ni techumbre y sin embargo,
es el lecho en el que deseo morir.
Una capa de escarcha sombría y ciega
pusiste tú en mis hombros por un recelo.
Con estrellitas de día y sol de
luna
he de reír, esperando el momento
en que broten tus flores blancas de
añil.
¡Ay, el aire de sus palabras que rebotan
y se enredan, saltan,
me persiguen
y se meten en mis sueños…!
¡Ay, madre, qué ¿cómo podré
enterrarlas?
¿En el fondo de la mar o dentro de
mis entrañas?
Nota
Podría decir, una vez más, que hoy
no tenemos un juego de la palabra dada. Son imágenes mentales que brotaron al
conjuro de una frase muy breve, algo, pues, que se fraguó dejándonos llevar por
el surrealismo. Sin embargo, el
inconsciente se manifiesta de un modo muy consciente. Es por esta razón que a mí me fascina el
surrealismo.
Alcalá de Henares, 12 de octubre de
2015
Textos e imágenes realizados por Franziska