Son las penas y pasan tan despacio
que necesitan largo tiempo para irse
y, al alejarse, van dejando un rastro
como un tizne que no acepta el lavado.
La fortuna o el amor marchan tan a prisa
que, apenas han sembrado una sonrisa,
o la bienaventuranza de sentirse amado,
huyen a la grupa de un potro desbocado.
y todo pertenece, en un instante,
a un tiempo pretérito y gastado.
Y en este afán lo único que queda es el trabajo.
Medirá nuestras fuerzas y es esa déspota tarea
la única constante que te aguarda.
¡Dichoso aquél que con sus manos crea!
¡Desdichado de aquél al que su pan
ganado en el sudor, le convierte en esclavo!
Siempre tras lograr el paraíso perdido,
tiramos por la borda la realidad posible.
La frustración no deja lugar para el descanso
y volvemos, una y otra vez, en busca del pasado.
Porque tenemos una sed de esmero,
vivimos de continuo trastornados.
Porque esperamos de la vida lo quimérico,
es nuestro despertar el desencanto.
Llevamos en nosotros una semilla del dolor
que hace imposible que vivamos como vive una flor.
Que da de sí lo mejor que tiene, ama la luz,
se acepta y nunca se compara con ninguna otra flor.
Alcalá de Henares, 9 de agosto de 2009
Texto e imágenes de Franziska