Este es un rincón en el que hasta ahora yo me he permitido jugar con las palabras. Si no quiero cerrarlo, necesito palabras para alimentarlo y que siga vivo. Las palabras han de ser vuestras; el trabajo para dar forma a las ideas que las palabras me sugieran, será mío. La palabra tiene que cumplir una sola norma: ha de ser la primera que se os ocurra. Así es como nacen los mejores temas. Confío en recibir vuestras palabras. ¡Mil gracias a todos!
viernes, 29 de mayo de 2009
CONSEJO
Una vieja urraca
en un pino verde tenía su casa
y con mucho celo
estaba criando
sus siete polluelos.
Al amanecer,
un zorro hambriento,
se plantó abajo
y dijo al momento:
Urraca-rraca-rraca
con mi rabo raposino
puedo dejarte sin casa
¡pues sierra más que un serrucho,
corta mejor que mil hachas!
Sin embargo, por hoy, te perdono
si me das una urraquita,
¡Válgame Dios
lo generoso que soy!
Te dejaré tranquila
para que críes tu prole.
Nuestra pobre urraca-rraca-rraca
llorando le dio al más chico
y llorando todo el día
se lo pasó sin parar.
Un cuervo llegó al lugar
muy amigo de la urraca-rraca-rraca
y quiso enterarse, al punto,
de las causas del disgusto.
Que va a volver ya lo sé.
¡Pero mujer! ¡No te apures!
¿Tú no sabes que para talar un pino
hacen falta dos hombres,
un hacha con mucho filo,
y una bota de buen vino?
Tranquila quedó la urraca.
El problema del desahucio
aunque tarde y con agravio
queda, por fin, arreglado.
Agotada su despensa
el zorro ni se lo piensa
se dirige a mamá urraca
y grita con impaciencia:
¡date prisa, tengo hambre
quiero, ahora mismo,
los dos más grandes que tengas!
¡No grites –dijo la urraca-
que a estas horas mis hijos
están durmiendo!
Y no es de buenos vecinos
molestar y armar estruendo.
¿Desde cuando te permites
hablar así con tu dueño?
¡Qué me importa a mi tu sueño
ni el de tus flacos retoños!
¡No te pongas tantos moños
te voy a tirar el nido!
¡Ya no me engañas raposo!
Mi amigo cuervo me dijo
-y yo sé que nunca miente-
que para cortar un pino
hacen falta dos hombres,
un hacha con buen filo
y una bota de vino.
Con el rabo entre las piernas
y jurando que no descansaría
hasta que no quedara ni un cuervo
sobre la faz de la Tierra,
el zorro se fue alejando
mientras tramaba otra trampa
para engañar a su víctima.
Moraleja:
El consejo del enterado
es el mejor recado.
Pero sin perder de vista
que quien te ha engañado una vez,
puede que insista.
Alcalá de Henares, 30 de Mayo de 2009
Texto e imágenes realizados por Franziska
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Utopia
Conjugáremos los verbos sin futuro y ya no existirán condicionales ni conciertos, contratos ni otras causas que el presente c...