lunes, 10 de junio de 2013

Sobre una rama de almendro canta el día






Cómo añoro tu voz, casi caricia,
y, sin pensarlo, salgo a tu encuentro.
Pero, debes saberlo,  no he venido
a mendigar por ti: tu amor es un agravio

marcado, a hierro candente, en mi almario.


Deseo preguntarme una vez más
¿qué color tienen tus ojos cuando amas?
¡El color que tienen de verdad!
A veces veo en ellos el tibio color de las caricias

y otras, altivez de gallo justiciero.
Del dorado otoño al invierno más fiero.
Me intimida mirarlos; y es por eso
que mi corazón siente desamparo

y me apena ver mis pasos vacilantes,
la cabeza inclinada hacia el suelo,
el gesto de cansancio de mi boca
y la mirada perdida en un recuerdo…

La noche ha vuelto
y se ha posado en mis recuerdos.
No, no he venido a mendigar tu amor.
Solo deseo descubrir ahora ese color.

Me marcho. Tras de mí quedan las sombras
y el tronco del último árbol del camino
sobre el que me apoyé para mirarte.

Una esencia apresada tiene el aire
que recuerda a la flor de los azahares
y eso es todo lo que queda, ya marchito,
del camino que emprendí para encontrarte.

Alcalá de Henares, 1o de junio de 2013
Texto e imágenes realizadas por Franziska


















Utopia

    Conjugáremos  los verbos sin futuro y ya no existirán condicionales ni conciertos, contratos ni otras causas que el presente c...