Soñar con
el regazo de tu madre
es
recuperar el candor.
Cantar
como un ruiseñor,
volar y
volar muy alto.
Volver a
creer en Dios.
Al mar le
debes un amor sin límites
de tal
manera ardiente y trastornado
que, en las oscuras noches de la mente,
has
llegado a preguntarte
si no
habrás sido pez.
Aunque tu
patria no es otra
que los
brazos de tu madre y su cantar.
En el
cuerpo de aquella niña
que se
negó a convertirse en mujer
se han
marcado las huellas
de penurias, amores y desengaños.
Sin
embargo, la flor de
florece
en sus mañanas cada día.
La
realidad no fue capaz de romper
tu alma
con sus hierros ardientes.
El primer
amor y tus hijos
son otros
hitos que siempre justificaron
el
sentido de tu vida.
Está tu
alma encendida.
A cada
paso que das,
un aroma te
acaricia:
Los ojos
de aquel muchacho
que le
dio nombre al amor.
Los
abrazos y sonrisas de tus hijos
que
perduran y que habitan
en tu
viejo corazón.
Siempre
vuelves arrebatada de emociones
al mar y
al mundo de tu infancia.
·
10
de noviembre de 2013
Alcalá de
Henares, 28 de mayo de 2021
Texto e
imágenes realizadas por Franziska para publicar en "EL JUEGO DE LA PALABRA DADA-SEGUNDO"