
Es un pensamiento que persiste
que esta arraigado, incrustado
en mis más hondas creencias.
Es esencia de una idea que resiste
a los embates del tiempo:
un árbol de hojas perennes.
Una idea que es paloma
que emprende triunfante vuelo
en busca de libertad.
Un sueño humano inasible
desde el principio del tiempo;
y sin embargo, un sueño humano,
posible
si, de verdad, lo quisiéramos
compartir
porque hay, para todo hombre,
lugar en este planeta:
una Tierra sin fronteras
sería madre de todos
cristianos,
mahometanos, budistas,
blancos, negros, amarillos…
desde el Curdistán al Volga
hasta el Mar Amarillo;
desde los Urales al Himalaya;
desde los Alpes a los Andes;
del Kilimanjaro al Nilo,
desde el Oriente al Poniente;
desde el Círculo Polar Ártico
al impresionante Antártico,
esta Tierra, es del Hombre
que la habita.
Las fronteras, son un fraude:
territorios acotados
por los hombres
que impusieron su avaricia.
¿La división de la Tierra,
qué Dios la estableció?
Y ¿a qué hombres se la dio
como mandato
de obligado cumplimiento?

Alcalá de Henares, 12 de mayo de 2009
Texto e imágenes realizados por Franziska